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Crónicas de médicos en tiempos de COVID-19

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Ser estudiante, emprendedor, comerciante o freelance en época de COVID-19 no es cosa fácil, todas y cada una de estas personas han, o hemos, sufrido las consecuencias de la pandemia que marcará la historia de esta década, y quizá del siglo. No obstante, hay un perfil que destaca más que los demás en estos momentos, y es el ser médico.

Hoy, lo que significa ser un especialista en el cuidado y la atención de la salud tiene un nuevo significado para muchas personas en México. Es sorprendente cómo una de las figuras más “veneradas” y “sobresalientes”, por lo menos en el contexto de la cultura mexicana, se ha convertido en blanco de ataques, cuestionamientos, y en algunos lugares, hasta de odio.

Frente a ello, lo que quise hacer como especialista en contenido y periodista de formación, fue darle la palabra a dos médicos; quienes se enfrentan no solo al COVID-19, sino al rechazo, a la lejanía de no poder estar con sus familias (y saber que a mediano plazo no podrán estarlo) y al duelo por perder amigos, conocidos y pacientes en general.

Esta pequeña crónica tiene como objetivo escuchar su experiencia y en la medida de lo posible, su sentir.

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Ella es médico en Siglo XXI, uno de los hospitales de alta especialidad más reconocidos en México; es anestesióloga. Él, por su parte, es cirujano general y ejerce en el norte del país para la Secretaría de Salud y el IMSS. A los dos les tomó más de 10 años poder alcanzar su especialidad, está de más especificar lo que tuvieron que hacer para lograrlo (implicó estudio, desvelo, estar lejos de casa, competencia y demás).

A los dos, les cuestiono lo siguiente… ¿Qué tanto ha cambiado tu vida debido al COVID-19?

Él, es contundente, su vida familiar es la que más se ha visto afectada, “ya no duermo en el mismo cuarto que mi esposa y mi hija. ¿Te has preguntado lo difícil que es explicarle a una niña de 2 años 4 meses por qué su papá no puede estar tan cerca como antes? Es complicado que en realidad lo entienda”.

Para él, la distancia es la mejor aliada. Lavarse las manos las veces que sean necesarias parece poco pensando en lo mucho que está en riesgo. Cambiarse la ropa y bañarse en más de una ocasión, así esté en casa, es una nueva rutina.

Ella, por su parte, se permite compartir más. Me afirma que su vida ha cambiado radicalmente, y no exagera. No poder ver a sus padres y a sus hermanos es algo que afecta directamente su salud emocional, pero lo compensa poniendo atención en las labores de su casa y en hablar sobre su sentir con su esposo, quien también es anestesiólogo y vive lo mismo que ella a diario.

“Tengo un par de zapatos para estar en casa, otros para manejar y otros para trabajar en el hospital, de igual forma hago tres cambios de ropa, pijamas quirúrgicas en específico”. Me dice que en cierto momento los directivos del hospital les recomendaron no llegar portando uniforme, en un intento por prevenir los ataques de los que han sido objeto.

“Yo no he sufrido ataques o agresiones como tal. Eso sí, cuando camino hacia mi auto la gente me rehuye, se aleja, y me ve feo, pero solo eso”.

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Cuando termino de escuchar eso, solo puede venir a mi memoria la época en la que ella, sin más recursos que su sueldo básico, atendía a niños, abuelos, padres, hermanos y demás personas en un pequeño poblado en la costa oaxaqueña. Una clínica de tres habitaciones en donde todos eran atendidos y a nadie se le negaba la atención ni mucho menos la sonrisa.

El caso de él es muy similar, solo que su espacio de trabajo (años atrás por supuesto) era la sierra chiapaneca.

Mi siguiente pregunta es, ¿a qué le temen en este momento?

Él nuevamente vuelve a ser directo y tajante. “Le temo a una sociedad irresponsable, a la cual parecemos no importarle. Mientras tanto, nos enteramos de más amigos que están dando positivo”.

Ella, con la voz entrecortada me dice lo siguiente. “En un primer momento temía por mi familia, pero hoy mi miedo está centrado en mí, en mi esposo, en que hoy estemos bien y mañana comencemos a presentar síntomas. Hemos tenido casos de amigos asintomáticos, quienes de una día para otro subiendo una escalera se agitan y comienzan a tener complicaciones. Así que hoy vivo en una constante angustia, la cual debo controlar para que no se desborde”.

covid 19

Hasta la fecha, el COVID-19 ha sumado más de 2,000 fallecimientos en México. Sin embargo, no se tiene un número exacto de cuántos de ellos han sido médicos o personal de salud. Tampoco se tiene el número específico de este personal contagiado o afectado.

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